Del griego malaria (mal aire), también denominada fiebre palúdica o paludismo, es una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium. Es la primera causa de enfermedades debilitantes, con más de 200 millones de casos cada año en todo el mundo.
El Día africano del Paludismo se celebra el 25 de abril ya que es en este continente donde más común es esta enfermedad.
Las especies reconocidas como causantes de la enfermedad son P. falciparum, la especie más patógena y responsable de los casos mortales (provoca alrededor del 80 % de los casos y aprox el 90% de las muertes), y P. vivax (una forma algo benigna que causa fiebres intermitentes con intervalos de tres días, causa por la que antiguamente se conocía por tercianas), pero P. ovale (no mata pero puede provocar recaídas a los 4 o 5 años después de la primera infección), P. malariae (las puede provocar a los 20 años posteriores), P. knowlesi y P. semiovale pueden causar también malaria. El vector de la malaria humana es la hembra del mosquito Anopheles. Los machos no pican al ser humano, ya que únicamente se alimentan de jugos vegetales.
En regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas son tan a menudo infectadas que desarrollan la "inmunidad adquirida", es decir que son portadores más o menos asintomáticos del parásito.
La primera vacuna fue descubierta por el doctor Manuel Elkin Patarroyo, médico colombiano, aunque aún no posee un 100% de efectividad.
La hembra del Anopheles infectada es portadora de los esporozoitos del Plasmodium en sus glándulas salivares. Si pica a una persona los esporozoitos entran en la persona a través de la saliva del mosquito, migrando al hígado donde se multiplican rápidamente dentro de las células hepáticas (los hepatocitos) mediante una división asexual múltiple, trasformándose en merozoitos que entran en el torrente sanguíneo infectando los glóbulos rojos y siguen multiplicándose, dando lugar a unas formas iniciales típicamente anulares (trofozoitos), formas en división asexual múltiple (merotes) y finalmente un múmero variable de merozoitos según la especie de Plasmodium, que provoca la ruptura del eritrocito. Algunos merozoitos se transforman en unas células circulares relativamente grandes que son gametocitos femeninos y masculinos y dejan de multiplicarse, aunque en P. falciparum son más grandes que el propio eritrocito y tienen forma de boomerang, lo que también ocasiona su ruptura. Una hembra de Anopheles no infectada, pica a un enfermo y adquiere los gametocitos y se inicia el ciclo sexual de Plasmodium. Con la union de los gametos en su intestino, la formación de un huevo, que es móvil, y que dara origen a un Ooquiste que volverá a dividirse y dar esporozoitos listos para infectar nuevamente, al llegar a las glándulas salivales del mosquito.
La ruptura de glóbulos rojos, que liberan merozoitos, que liberan sustancias que estimulan el hipotálamo, ocasionando repentinas crisis febriles, muy intensas, cada dos o tres días ( al completarse el ciclo eritrocitico o asexual de Plasmodium), seguidas al cabo de unas horas de una brusca vuelta a una aparente normalidad. Este proceso va dejando al organismo exhausto, y en el caso de los niños pequeños hay una gran probabilidad de un desenlace fatal en ausencia de tratamiento.
El parásito evade el sistema inmunitario al permanecer intracelularmente en los hepatocitos y eritrocitos, aunque muchos eritrocitos parasitados son eliminados en el bazo. Para evitar esto, el parásito produce ciertas proteínas que se expresan en la superficie del eritrocito y causan su adherencia al endotelio vascular, especialmente en Plasmodium falciparum, y este es el factor principal de las complicaciones hemorrágicas de la malaria. Dichas proteínas son además altamente variables, y por lo tanto el sistema inmunitario no puede reconocerlos de forma efectiva, ya que cuando elabora un número de anticuerpos suficiente (al cabo de dos semanas o más) estos serán inútiles porque el antígeno ha cambiado.
El ciclo continúa cuando un mosquito ingiere sangre de un enfermo o portador, y con ello algunos gametocitos. En el intestino del mosquito estos se transforman en macrogametos (femenino) y microgametos (masculinos), que se fusionan dando un cigoto móvil u oocineto. Este finalmente formará los esporozoitos que migran a las glándulas salivares del mosquito, completando el ciclo vital.
Las mujeres gestantes son especialmente atractivas para los mosquitos y la malaria en ellas es especialmente nefasta dada a sensibilidad del feto (que no tiene un sistema inmunitario desarrollado) a la infección.
El primero en descubrir una vacuna sintética contra la malaria fue el doctor Manuel Patarroyo, de origen colombiano. Además, la revista The Lancet publicó el 16 de octubre de 2004 los resultados iniciales del mayor ensayo clínico de una vacuna contra la malaria en África, en un artículo cuyo autor principal es Pedro Alonso, profesor del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y titular de la Cátedra UNESCO del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible en dicha universidad.
Otra vía para atajar la malaria en el tercer mundo que se ha probado altamente eficaz y de bajo coste es el insecticida DDT, cuya prohibición absoluta por sus efectos sobre la salud y la fauna, ha empezado a cuestionarse. Se considera ahora que un uso medido con fines sanitarios, distinto del uso masivo con fines económicos de que fue objeto en el pasado, es una buena opción para el control o erradicación de la malaria.