Metilfenidato

El metilfenidato (MFD) es un psicoestimulante, más conocido por la marca comercial Ritalin (en países hispanos: Ritalina).

El MFD existe desde hace ya más de 60 años. Sin embargo, cobró especial notoriedad a partir de los años noventa. Esto se debió a la difusión del diagnóstico de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD o TDAH) en niños, fenómeno unido a la prescripción del MFD, fármaco de elección para este tratamiento. A modo de ejemplo, el Concerta (una de las tantas marcas de MFD) alcanzó en EE. UU. volúmenes de venta superiores a los 839 millones de dólares durante el año 2005.1]

Tanto el diagnóstico como el fármaco han sido objetados, apelando incluso a principios éticos, ideológicos o religiosos. Tal rechazo se ha atribuido a reacciones de pánico moral2] del público no especializado ante el concepto de tratamiento medicamentoso en niños, o bien a creencias (muchas veces, infundadas) respecto de sus consecuencias.3] La temática ocupó a los medios de comunicación masiva, interviniendo figuras del psicoanálisis y de la antipsiquiatría.4] Éste fue el caso de la cienciología, un culto religioso con injerencia en asuntos científicos.

Las críticas al ADHD y al metilfenidato devienen, a menudo, de un rechazo al concepto general de disfunción neurobiológica y a los supuestos neuroquímicos que subyacen a las prácticas de la psiquiatría contemporánea. En el año 1998, un panel de expertos designado por los National Institutes of Health (NIH) redactó un consenso procurando legitimar la entidad clínica de este trastorno y la necesidad de tratar el mismo. Hallazgos recientes en neurociencias, por ejemplo los provistos por neuroimágenes, parecen ratificar el arraigo orgánico del síndrome, habiéndose identificado patrones específicos de expresión fisiológica. Por último, estudios en materia de herencia biológica, han revelado una fuerte asociación de éste con determinados genes.5]