Concepto

La formación del concepto está estrechamente ligada al contexto; esto significa que todos los elementos, incluyendo lenguaje y cultura, y la información percibida por los sentidos que sea accessible al momento en que una persona construye el concepto de algo o alguien, influyen en la conceptualización. El conocimiento de la experiencia siempre es concreto, tiene una referencia a una cosa, una situación o algo que es único e irrepetible. Por otro lado, la experiencia siempre es intersubjetiva.

Las cosas únicas e irrepetibles no se pueden conceptualizar desde premisas, usando la capacidad de la mente de inferirlos. En este caso, el cerebro ha de recurrir a las sensaciones derivadas de los cinco sentidos principales y asignar una 'etiqueta' para poder aludir de forma inequívoca a la combinación exacta de sensaciones que nos despertaron la curiosidad de conceptualizar eso en concreto. Por lo tanto nace lo que se conoce como nombre propio.

A efectos de la lógica, las palabras que significan conceptos universales se consideran como clase. Los nombres propios se consideran como una clase universal formada por un solo individuo u objeto, así es que mediante los conceptos clasificamos las cosas y ordenamos el mundo.

Las relaciones entre las palabras y los conceptos son complejas y variables, pues no siempre la misma palabra significa el mismo concepto; un mismo concepto puede expresarse con varias palabras y formas de expresión. La expresión de un mismo concepto puede variar de forma importante según el idioma en que se exprese.

En su máxima abstracción, cuando carecen de contenido material algunos son conceptos formales. También se les llama ideas cuando se pretende señalar ese carácter universal como algo objetivo y no meramente subjetivo.

El proceso de formación del concepto comienza cuando un sujeto se sitúa frente a un objeto de conocimiento. El contacto se lleva acabo mediante los sentidos los cuales nos permiten obtener las características accidentales (color, tamaño, figura, sabor, olor) del objeto. De esta forma se logra la representación sensible o imagen, esta puede ser recordada por la memoria con las mismas características que el objeto posee. Pero en este proceso intervienen los sentidos, también esta presenta la razón, la que nos abre la posibilidad de observar las características esenciales del objeto que nos lleva a la formación del concepto.

Se forma por medio de la organización racional de los datos obtenidos, que se constituyen en una unidad. Es dinámico, ya que se enriquece con los nuevos descubrimientos que sobre un objeto se hacen.

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