Enrique III de Inglaterra

Enrique III de Inglaterra (castillo de Winchester, el 1 de octubre de 1207 - Palacio de Westminster, 16 de noviembre de 1272), rey de Inglaterra y señor de Irlanda de 1216 a 1272.

Hijo primogénito del Rey Juan I de Inglaterra y de Isabel de Angulema, sucedió a su padre en el trono el 18 de octubre de 1216, contando sólo 9 años de edad, por lo que el país fue gobernado por regentes hasta 1227.

Se casó en la catedral de Canterbury, Kent, el 14 de enero de 1236 con Leonor de Provenza, hija del conde Ramón Berenguer V de Provenza, bisnieto del rey Alfonso VII de Castilla. Fruto de este matrimonio nacieron 9 hijos:

Hombre afable y calmo por naturaleza, se dedicó a cultivar las artes y letras en lugar de devolver a la corona el prestigio perdido. Además, su fatal debilidad de carácter lo hizo fácil títere de su esposa, la cual colocó los puestos del gobierno a los favoritos franceses que había llevado consigo cuando se casó con el rey, lo que provocó el rechazo de la nobleza, encabezada por su propio cuñado, Simón V de Montfort.

Su gestión política, para empeorar, fue un rotundo fracaso: sus intentos de conseguir la corona Imperial para su hermano Ricardo de Cornualles y la corona de Sicilia para su hijo Edmundo -lo que hizo que gastase grandes caudales en ejércitos-, y sus pretensiones de recuperar sus posesiones francesas, tampoco tuvieron éxito, teniendo que firmar el Tratado de París (1259), por el que cedía sus condados de Anjou, Turena y Maine. El rey San Luis IX, en un acto de extremada generosidad, le permitió conservar el ducado de Guyena como feudo vasallo.

En 1258 reúne al Parlamento para exigir una contribución especial para aliviar su situación económica, pero los barones del reino, capitaneados por Simón V de Montfort, rehúsan, y llegan a obligar al rey a firmar las Provisiones de Oxford, que restringían el poder real.

Naturalmente Enrique III se niega a respetar los acuerdos suscritos, lo que provoca la sublevación de los nobles, con Montfort a la cabeza, los cuales lo derrotan en la batalla de Lewes (1264), tomándolo prisionero. La reina Leonor y su hijo mayor Eduardo, heredero del trono, se refugian en Francia, al lado de la reina Margarita -hermana mayor de Leonor-, la cual convence a su esposo Luis IX que apoye a Eduardo con un ejército para reconquistar el poder y liberar a su padre.

Entretanto, la actitud despótica de Montfort -que con el título de Senescal de Inglaterra era el virtual gobernante del país- le granjeó la antipatía de su antiguos aliados. Eduardo aprovecha esto para retornar a Inglaterra y reunir bajo su mando a los descontentos, enfrentando al usurpador Montfort en la batalla de Eversham (4 de agosto de 1265), donde fue derrotado y muerto.

El rey es liberado y repuesto en el trono, pero tanto él como su hijo y heredero comprenden que no pueden seguir gobernando como sus antepasados, por lo que deciden reconocer la Carta Magna y buena parte de las Provisiones de Oxford.

Enrique III muere en el palacio de Westminster, el 16 de noviembre de 1272, siendo sepultado en la abadía de Westminster.