La prostitución consiste en la venta de servicios sexuales a cambio de dinero u otro tipo de retribución. Una persona que ejerce la prostitución recibe el nombre de prostituta o prostituto. Para el caso que esa persona sea mujer también se usa coloquialmente puta, palabra que conlleva una fuerte connotación despectiva. La versión masculina, puto, se usa en varios países de iberoamérica para referirse a un homosexual1].
La prostitución es uno de los trabajos y fenómenos sociales que da respuesta al deseo sexual del ser humano. En la mayoría de las culturas la forma aceptada de satisfacer este deseo es en el contexto de relaciones afectivas. El ser humano ha empleado y emplea muchas otras formas para saciar su apetito sexual, tanto de forma consensuada con otros individuos, como no: búsqueda de sexo no afectivo con otras personas, acoso, violación, y otras muchas, entre las que se encuentra la oferta de dinero. Es esa oferta de dinero el motor que pone en marcha las muy variadas formas de prostitución.
La postura oficial de los gobiernos frente a la prostitución va de la prohibición total a la legalización completa, pasando por modelos "mixtos" que penalizan solo al cliente. Socialmente también se observa un amplio espectro de respuestas, que van desde el rechazo público (la más común) a la aceptación.