Un destructor es actualmente un buque de guerra con una autonomía de 4.500 millas náuticas, un desplazamiento que supera las 5.000 toneladas y sistemas de combate que le permiten desempeñar todo tipo de misiones de guerra naval.
A finales del siglo XIX las marinas se enfrentaban al nuevo peligro que representaba las lanchas torpederas que eran lanchas rápidas armadas con uno o varios tubos lanzatorpedos, que se acercaban a gran velocidad a las escuadras y lanzaban sus torpedos, huyendo rápidamente gracias a su velocidad. En varias acciones estas lanchas causaron grandes daños a acorazados y cruceros, que no eran capaces de dar caza, con su artillería pesada y su velocidad muy inferior, a esta amenaza.
Por este motivo se empezaron a diseñar buques rápidos, cuya misión principal sería dar caza y destruir las lanchas torpederas. Además de la velocidad, entre las características principales de estos nuevos barcos debía estar el tener una gran autonomía ya que deberían acompañar en sus largos viajes a los acorazados a los que protegerían.
En la década de 1880 se empezaron a construir los primeros buques contratorpederos casi siempre en el Reino Unido aunque algunos fueron por encargo de marinas extranjeras. En 1884 se construye el Swift y en 1885 se comienza el Kotaka (200 tons) para Japón. Por esas fechas la marina francesa construía los «torpederos de alta mar» clase Bombe, los rusos construían el torpedero Viborg (en Gran Bretaña), y los ingleses desarrollaban el proyecto Grasshopper. Todos ellos incrementaban el desplazamiento y autonomía de los torpederos pero seguían siendo algo deficientes en armamento y habitabilidad.
En España el ministro de Marina, Pezuela, encargó al Teniente de Navío Fernando Villaamil que realizara un estudio para el diseño de un buque con mayor radio de acción y mejor habitabilidad que los torpederos convencionales. Villaamil solicitó proyectos a varios astilleros ingleses y finalmente, en 1885, eligió el presentado por los señores Thompson de Clydebank y que fue bautizado Destructor.
Tenía las siguientes características: 58,74 metros de eslora, 7,63 m de manga, 2,92 m de puntal, 350 tons de desplazamiento, casco de acero con 22 mamparos estancos transversales, aparejo compuesto de tres palos abatibles con velas guairas y dos foques, propulsión por dos hélices gemelas movidas por máquinas de tres cilindros (triple expansión del vapor) que desarrollaban una potencia de 3.800 caballos, cuatro calderas tipo locomotora con tiro forzado por ventiladores, 22,5 nudos de velocidad máxima y autonomía de 4.500 millas.
El armamento que llevaba era un cañón Hontoria de 90mm a proa, 4 cañones de tiro rápido sistema Nordenfelt, de 6 libras, en el centro y popa y 2 cañones revólveres a popa de la cubierta del castillo. Llevaba además 2 tubos lanzatorpedos, uno a proa y otro a popa, para torpedos Schwartzkopff. El coste total fue de 38.000 libras esterlinas. Las pruebas de mar se hicieron en Clydebank en enero de 1887 en las que el buque alcanzó una velocidad de 23 nudos con una potencia de máquina de 3764 caballos. Este buque fue un hito en el desarrollo de este tipo de naves y, debido a su éxito, influenció diseños posteriores.
En España este tipo de buque recibió el nombre de contratorpedero y similarmente en francés contre-torpilleur y en italiano cacciatorpediniere. En inglés se denominó originalmente torpedo boat destroyer que más tarde se redujo simplemente a destroyer. Este nombre acabó pasando al español como destructor suplantando al más complicado de contratorpedero (lo mismo sucedió en italiano y francés).
Los destructores fueron creciendo y pasaron desde los primeros ejemplares de menos de 500 toneladas, con un cañón pequeño y varias ametralladoras, a más de 1.000 toneladas en la Primera Guerra Mundial cuando, desaparecida prácticamente la amenaza de las lanchas torpederas, incapaces de actuar en alta mar, el destructor se convirtió en el buque ideal para combatir a los submarinos alemanes que atacaban el tráfico mercante aliado en el Atlántico y supliendo el papel de la lancha torpedera al montar el propio destructor varios tubos lanzatorpedos.
En el periodo de entreguerras el destructor siguió creciendo, montando al final de la Segunda Guerra Mundial entre 6 y 8 cañones de 120-150 mm según el buque, torpedos, cargas de profundidad y morteros para lucha antisubmarina, de 4 a 6 cañones antiaéreos dobles, minas, etc., y desplazando cerca de 3.000 toneladas.
Después de la guerra la variedad de misiones que el destructor podía llevar a cabo, con su desplazamiento y características, hizo que sustituyera al crucero en la mayoría de las marinas del mundo, llegando en ocasiones hasta las 5.000 ó 6.000 toneladas y añadiéndosele helicópteros para lucha antisubmarina y antibuque, además de la lógica sustitución de la mayor parte de la artillería naval por sistemas lanzamisiles.
La clase Arleigh Burke norteamericana, que comenzó a construirse en 1991, es la conversión del sistema Aegis de los cruceros al mundo de los destructores, con el sistema completo de sus hermanos mayores, aparte de los tradicionales sistemas antisubmarinos.
Realmente muchos de los modelos de fragata europeos de última generación, como las españolas clase Álvaro de Bazán F-100 con Aegis, las alemanas Sachsen F124 y otras, son destructores por capacidades y desplazamiento, pero en Europa se prefiere llamarlas fragatas multifunción y en muchos casos se opta por emplearlas en papeles limitados, como defensa antiaérea y antisubmarina de la flota, prescindiendo de sus capacidades teóricas de emplear misiles de ataque a tierra y otras características.