La batalla de Cannas (o Cannae) fue un importante encuentro armado ocurrido en Italia en agosto del año 216 adC, entre el ejército púnico comandado por Aníbal Barca, y las tropas romanas dirigidas por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Paulo Emilio, en el marco de la Segunda Guerra Púnica.
La táctica empleada por Aníbal en la batalla de Cannas se convirtió en un modelo clásico a la que se puede llamar "Madre de todas las batallas". Así, cuando los miembros del Estado mayor alemán, antes de la Primera Guerra Mundial, examinaban a los aspirantes a pertenecer a esta élite y les ponían para resolver un problema de táctica, cuando veían cómo lo resolvía el alumno, exclamaban invariablemente defraudados: ¡Otra vez Cannas!
La táctica consiste en aceptar el encuentro en el centro, el cual, de forma escalonada comienza a retroceder, haciendo que el ejército enemigo avance fácilmente por el centro metiéndose por la boca de una U mientras que los flancos aceptan el combate. Cuando una de las alas está batiendo allí favorablemente al enemigo y puede desprenderse de parte de sus efectivos, se trasladan rápidamente éstos por detrás de la línea de combate para reforzar la otra ala. Llegada esta situación, los flancos se lanzan tanto desde la derecha como desde la izquierda sobre las alas del enemigo, que queda de este modo acorralado en una bolsa.
Aníbal formó su tropa también en dos líneas pero no compactas, con su centro apuntando ligeramente el centro romano. El centro de Aníbal lo componían sus tropas menos aguerridas, galos e íberos. Los dos flancos lo cubrían sus infantes libios. A su derecha colocó la caballería ligera númida al mando de Maharbal y a la izquierda, frente a la caballería romana, la caballería pesada formada por jinetes galos e íberos dirigida por Asdrubal.
Los historiadores Tito Livio y Plutarco cifran entre 50.000 y 70.000 el número de romanos que quedaron atrapados en el cerco de Cannas. Muchos romanos habían recurrido a esconder sus cabezas bajo tierra, semejándose a avestruces. La caballería númida les cortaba el cuello con sus espadas. Sólo sobrevivieron unos 3.500 legionarios. Los cartagineses perdieron entre 5.000 y 8.000 hombres, sobre todo de los celtas que se encontraban en la primera línea de combate. Fue la mayor batalla de toda la Segunda Guerra Púnica. Ese día en Cannas, murieron más soldados que todos los marines americanos que fallecieron en la Guerra de Vietnam.