Los culícidos (latín Culicidae) son mosquitos, insectos pertenecientes al orden de los dípteros; sus géneros incluyen Anopheles, Culex, Psorfora, Oclerotatus, Aedes, Stegomyia, Sabetes, Culiseta y Haemagoggus. Existen 35 géneros en total con más de 2700 especies reconocidas. Son insectos voladores, que poseen un cuerpo delgado y patas alargadas; el tamaño de los adultos varía de especie a especie, pero rara vez superan los 15 mm. Las larvas se desarrollan en el agua.
En la mayoría de los culícidos hembra, las partes de la boca forman una probóscide larga preparada para perforar la piel de los mamíferos (o en algunos casos de aves, reptiles o anfibios) para succionar su sangre. Las hembras requieren proteínas para compensar la formación de los huevos y, a diferencia de los machos, cuya dieta normal consiste en néctar, savia y jugos de frutas, generalmente pobres en proteínas, deben beber sangre, al menos en una época, para obtener las necesarias. Los órganos bucales de los machos difieren de los de las hembras en aquello que los habilita para succionar sangre. Excepcionalmente, las hembras de un género de mosquitos, Toxorhynchites, no beben sangre. Las larvas de este mosquito son predadoras de otras larvas de mosquitos.
Como en otros insectos holometábolos (con metamorfosis completa) el desarrollo atraviesa cuatro fases distintas: huevo, larva, pupa y adulto. La tasa de crecimiento corporal depende de la especie y de la temperatura. Por ejemplo, Culex tarsalis puede completar su ciclo vital en 14 días a 20 °C y en sólo diez días a 25 °C. Algunas especies tienen ciclos vitales de apenas cuatro días y otras, en el extremo opuesto, de hasta un mes.
Generalmente, los huevos quedan inactivos a temperaturas bajas o de sequía, esperando condiciones favorables para desarrollarse. Los del género Ochlerotatus suelen depositarlos en lugares propensos a inundarse como huecos de árboles, esperando mareas o altas lluvias.
Un control que ejerce la naturaleza es la intervención de depredadores como peces y otros insectos para huevos y larvas, y arañas, libélulas, murciélagos y otros insectos para adultos.
Como otros insectos hematófagos, los culícidos son vectores de enfermedades infecciosas. Los esfuerzos para erradicar éstas a menudo eligen como blanco la exterminación de los vectores, porque para el agente infeccioso con frecuencia no existen terapias curativas eficaces, como en la fiebre amarilla, o ni siquiera vacunas, como en el dengue y la malaria. A menudo se les combate en la fase larvaria, desecando o envenenando su hábitat, o poblándolo de depredadores, siempre con efectos secundarios ambientales más o menos graves.
Un control estratégico natural lo ha conseguido el hombre, en cierto grado, utilizando peces que son predadores de huevos y larvas, como la gambusia, y el guppy.