En gran parte de las culturas donde la virginidad tiene importancia, se refiere a la virginidad de la mujer, para la cual se suele usar como discriminante la existencia de un himen intacto o no.
Existen, entonces, dos definiciones frecuentemente usadas para la virginidad para la mujer: el no haber tenido relaciones sexuales, y el tener un himen intacto. Para la primera se encuentra el problema de definir qué es una relación sexual: para algunos significa exclusivamente coito vaginal, mientras para otros cualquier contacto que involucre los genitales.
Usando la definición del himen intacto, una mujer puede participar del sexo oral o anal y seguir siendo, técnicamente, virgen. De igual manera, el himen se puede desgastar o por razones diferentes a las relaciones sexuales, como el montar a caballo o bicicleta, practicar ballet, hacer gimnasia o hasta un golpe fuerte. Esta definición de la virginidad da origen a la práctica en algunos países de restaurar la virginidad quirúrgicamente, es decir, mediante una reconstrucción del himen.
En religiones como la judía e islámica, pueder ser un factor importante del valor espiritual y un requisito para el matrimonio.
En varias culturas africanas aún se practica la infibulación de las niñas entre 2 y 8 años de edad como manera de preservar el himen y la virginidad. La operación es realizada por una curandera o partera, sin anestesia, y consiste en una clitoridectomía seguida por un cierre vaginal permanente. Solamente se les deja una pequeña abertura para la emisión de orina y sangre menstrual. Es frecuente que las niñas sufran infecciones graves como resultado de la práctica. Años más tarde, la vulva se abre con un cuchillo inmediatamente después del matrimonio o antes de un parto.
Organizaciones feministas y de derechos humanos critican la importancia de la virginidad de la mujer como un desprecio a esta, una muestra de machismo que no debería afectar a la propia intimidad y vida sexual de cada individuo.