Príncipe de Gales

El Príncipe de Gales es, desde 1301, el título del heredero de los monarcas británicos. La tradición la inició Eduardo I de Inglaterra en 1301 que dio este título a su hijo, el príncipe Eduardo (posteriormente Eduardo II de Inglaterra) después de la anexión del País de Gales por Inglaterra, a través del Estatuto de Rhuddlan.

Según una famosa leyenda, el rey prometió a los galeses que había conquistado que nombraría "un príncipe nacido en Gales, que no hablara una palabra de inglés" y después nombró a su hijo recien nacido como príncipe para sorpresa de los galeses. La historia puede ser falsa puesto que su origen sólo se puede remontar hasta el siglo XVI. Sin embargo, Eduardo II realmente nació en Caernarfon, Gales, mientras su padre luchaba allí, y como todo recien nacido "no hablaba inglés". (Además, al crecer en la corte es probable que su primer idioma fuera el francés normando y no el inglés).

Al contrario que los títulos de Duque de Cornualles y Duque de Rothesay que los adquiere al nacer el heredero de la corona o por la ascensión de su progenitor a la corona, la creación de un título de Príncipe de Gales depende de la voluntad del soberano.