Un micropene (microfalosomía) es un pene con longitud sumamente corta. Varía entre los 5 cm. flácido y los 10 erecto; según la distribución gaussiana, un 0,6% de los penes se categorizarían como micropenes. La condición generalmente se reconoce poco después del nacimiento, cuando el pene flácido estirado mide menos de 1,9 cm. de la base hasta el punto. Este término médico se usa normalmente cuando el resto del pene, el escroto y el perineo, está bien formado, sin ambigüedad con otras condiciones.
Vale la pena mencionar que la contraparte de ésta condición física anómala es lo que se conoce como macrofalosomía, y aúnque no está tipificada dentro del argot médico como una enfermedad per se, sí resulta en algunos casos muy particulaes, una condición física algo problemática—para ambos miembros de la pareja—debido a la dificultad para tener coitos sexuales.
Entre las causas asociadas a los micropenes, la mayoría están condicionadas a la ineficacia o falta de andrógeno prenatal. Esto puede ocurrir bajo los siguientes cuadros: desarrollo anormal testicular (disgénesis testicular, síndrome de Klinefelter, Hipoplasia de las células de Leydig), defectos específicos de testosterona o dishidrotestosterona, síndrome de insensibilidad andrógena, estimulación pituitaria inadecuada u otras formas de hipogonadismo. Los micropenes también pueden ocurrir a causa de muchos síndromes genéticos de malformación que no tienen que ver con los cromosomas sexuales. A veces es una indicación de una deficiencia de la hormona del crecimiento congénita o del hipopituarismo congénito. Finalmente, se ha identificado un gen (HOX9) que afecta el tamaño del pene sin que exista de por medio ninguna anormalidad hormonal detectable.
Los afectados generalmente consultan a un endocrinologista pediátrico. Después de una evaluación para detectar cualquiera de las condiciones descritas arriba, los micropenes frecuentemente se pueden tratar con inyecciones de varias hormonas durante la infancia del afectado.
Se han diseñado y ejecutado una variedad de técnicas quirúrgicas pero éstas, generalmente, no tienen un resultado lo suficientemente exitoso como para adoptarse como una técnica ampliamente aceptada.
Existen casos extremos de micropenes, apenas se puede distinguir el pene, y las glándulas parecen estar directamente conectadas con la piel del pubis. Desde la década de 1960 hasta finales de la década de 1970, no era escaso que se recomendara una operación de cambio de sexo. Esto era especialmente probable en los casos que se dudaba de la eficacia de inyecciones de testosterona. Si los padres aceptaban, el niño se operaría y sería considerado como una mujer. Se realizaría entonces una cirugía para suprimir los testículos y para formar una vagina artificial.
La organización más conocida por emplear esta técnica fue el Hospital John Hopkins que realizó 12 de estas operaciones entre los años 1960 y 1980. A mediados de la década de 1990, esta operación se ofrecía con menos frecuencia y cada uno de los tres conceptos se había descartado. Los pacientes que quedaron severamente insatisfechos con esta técnica, al llegar a la edad adulta, promovieron el veto a esta práctica. Como resultado, las operaciones de cambio de sexo son muy escasas como solución al problema.